A partir de los 30/35 años, con cada
nuevo año que cumples, notas que tu cuerpo va perdiendo
tonificación, los quilitos que coges de más ya no se van tan
fácilmente y una capa de grasa comienza a instalarse en tu abdomen.
A esto, tenemos que añadir el hecho de que, la mayoría de nosotras, pasamos por uno o más embarazos,
momentos maravillosos en nuestra vida pero que, en menor o mayor
medida, dejan también huellas en nuestro cuerpo. Flacidez, estrías,
mala circulación... son el peaje que, en muchos casos, tenemos que
pagar.